La cultura organizacional como desafío

Hoy en día es bastante frecuente referir el concepto de cultura a las organizaciones. En términos generales, se entiende a la cultura organizacional como el conjunto de ideas, creencias, refranes y valores que conducen lineal y positivamente a la organización al logro de sus objetivos. Desde esta concepción resulta comprensible el interés que despierta el abordaje, desarrollo y hasta construcción de la cultura.

Lamentablemente, estas expectativas resultan rápidamente defraudadas al corroborarse que la cultura no es un material, particularmente, maleable y dirigible de acuerdo con intereses. Por esta razón, más que diseñar o promover una cultura organizacional lo importante es entender sus efectos.

La cultura organizacional constituye el conjunto de presupuestos que influyen cotidianamente en el actuar organizacional a pesar de no haber sido intencional o voluntariamente definidos. Operan como premisas que orientan la acción y la interpretación de la realidad. Ellas no requieren ser consensuadas, basta con que esto se de por sobreentendido. De aquí, su efectividad para la coordinación de comportamientos y decisiones.

Adicionalmente, la cultura organizacional tiende a obstaculizar todo aquello que contradiga su marco de intelección. Y esto lo hace sin que ella misma sea observada. Vale porque siempre ha valido, y de ahí su carácter indiscutible. De esto se desprenden importantes consecuencias:

  • La cultura organizacional es determinante en el contexto de procesos de cambio e innovación organizacional. Aquí, la inercia de lo que siempre ha sido es disputada y, por esto, resulta inevitable que las nuevas propuestas sean permeadas y afectadas por la cultura.
  • La cultura organizacional no puede cambiarse por medio de planificación o de decisiones. De hecho, la cultura brinda recursos para valorar y hasta enfrentar estas pretensiones, por ejemplo, como esfuerzo de la dirección para producir motivación no rentada.
  • En cuanto al acervo de premisas ligadas a la historia de cada organización, la cultura pone severos límites con respecto a las usuales recetas generalizadas aconsejadas por los gurúes del management o la administración.

En consecuencia, no se trata de proclamar la cultura organizacional, sino de comprenderla en su especificidad para conocer qué es lo que habilita y qué es lo que no.

 

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